Si alguien os dijera que sois esclavos, a vosotros, lectores de este y otros blogs y foros, seguramente os pondría la sonrisa fácil en la cara y sin más, diríais que así es. Pero me gustaría saber que cara pondríais si os alguien se acercara y os dijera que estáis pagando vuestra propia esclavitud. Porque amigos míos, así es. Pagamos por ser esclavos, desde que nacemos (pagan nuestros padres) hasta que morimos.

Desde el minuto cero somos marcados como esclavos (al registrarnos en un registro civil) y desde entonces, nuestros padres pagan por un montón de cosas, algunas necesarias y otras no tanto, hasta que llegamos a la escuela y siguen pagando, pero esta vez para que nos enseñen a ser esclavos, insertando el miedo en nuestras jóvenes mentes, convirtiéndonos en las máquinas que el Sistema necesita que seamos para que todo funcione como un reloj por medio de la memorización y la ignorancia aprendida (información que no se convierte en conocimientos porque simplemente no la procesamos, por cantidad o por inadecuada, con lo que se convierte en algo totalmente inútil para el futuro), creando esclavos buenos para nada (terminamos nuestra «formación» sin tener habilidades reales para la vida) listos para ser modelados. Una vez superada la fase inicial de aprendizaje (los que piensen que no pagan la escuela pública, que se lo miren dos veces, porque ya les digo que algo les falla en el razonamiento), debemos seguir pagando por más fases, estas de especialización, para convertirnos en tipos específicos de esclavos eficientes en determinadas tareas (la segunda o tercera mano de pintura, vamos). Cuando superamos esta fase, pasamos a trabajar como esclavos día tras día, alimentando nuestros sueños de libertad con tecnología, drogas y falso sexo mediático, mientras usamos las migajas que nos dan por nuestro duro trabajo (y aquí incluyo tanto a trabajadores por cuenta ajena como por cuenta propia y pequeños empresarios) para a su vez devolvérselo a los que nos lo han dado (con lo que a efectos prácticos, no tenemos realmente nada, aunque nos hagan creer que sí, y ni siquiera nuestra propia casa, aunque la creamos pagada, porque ha sido pagada con dinero del monopoly) para poder mantenernos en pie día tras día trabajando de sol a sol para ellos. Hasta que llegamos a la jubilación (cada año más lejos) y pensamos que hemos dejado de pagar… Ahora parte de lo que pagan tus hijos va a parar a ti para que a su vez vuelva al origen, al que realmente nos lo paga a todos, al señor feudal que dirige y organiza todo este tinglado. Hasta que morimos. Hasta para morir dignamente hay que pagar. Pero resulta que estamos contentos con ello, porque al menos en apariencia no estamos haciendo nada para remediarlo…

La diferencia con el esclavo de hace no mucho (incluso el de las primeras revoluciones industriales) es que ellos eran conscientes de que eran esclavos y no lo querían, y además, conocían a su amo; sabían quien era. Escapaban si podían (excepto aquellos que tenían tal síndrome de Estocolmo que amaban a sus amos, como nosotros hacemos ahora) y además, no debía pagar por ser esclavo, sino que debía ser atendido por el amo. ¿Cuando cambió esto hasta el punto en que nos encontramos? Cuando los esclavos empezaron a exigir con fuerza sus derechos y libertades, ¿realmente creíais que les sirvió para algo? ¿De verdad pensáis, incrédulos míos, que fueron grandes avances y logros sociales sin parangón? ¡IDIOTAS! Ellos simplemente vieron que no podrían contener a tantos esclavos y decidieron darnos (por que sí, simplemente nos conceden cosas, no las logramos por nosotros mismos) algunas ventajas pero que, dentro de su retorcida lógica de siempre ganar pase lo que pase, debíamos resarcirles, porque ellos nunca pierden, ni siquiera un poco, y todo lo que nos «han dado» lo recuperan al cabo del tiempo. No hemos conseguido nada, amigos y amigas, no somos mejores que aquellos obreros de las fábricas inglesas del siglo XVIII, o los esclavos de las extensiones de algodón del sur estadounidense (XIX). Simplemente nos han hecho creer que estamos mejor, cuando lo único que han hecho es darnos, para quitarnos, cada día de nuestra vida.

Y ahora alguno dirá: ¡Soluciones! ¡Quiero soluciones! ¡La solución eres TU, IDIOTA! ¡Deja de quejarte tanto, deja de sobar tu burbuja de autocomplacencia y enfréntate a la verdad! La solución no está en las revoluciones sociales, ni en la exigencia de derechos estúpidos que nos están concediendo (porque sí, chicos y chicas, nos los conceden, y nos lo pueden quitar en cualquier momento, cuando les venga bien, como ya hemos visto muchas veces los últimos años). Mientras todos y cada uno de nosotros sigamos devolviendo cada moneda que nos dan, estaremos a su merced. Mientras les sigamos votando, estaremos a su merced. Mientras sigamos escuchando a sus líderes, estaremos a su merced. Da igual quien esté, ideología o pensamiento intelectual, qué diga o qué haga, los político son simplemente los pastores que llevan a las ovejas por los pastos para después terminar en el matadero. Ellos simplemente nos gestionan. Deja de ser un esclavo. Deja de CONSENTIR ser un esclavo. Te sorprenderá hasta que punto cambian muchas cosas en tu vida.

Eso sí, esto sólo lo entenderán algunos, los libres de espíritu. Los demás seguirán pensando que sólo digo estupideces…