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Antes de continuar con mi serie sobre política, quería hacer un inciso para, hablando de algo que no es habitual en mi, referirme a una cuestión que me ha molestado mucho y que creo que refleja y representa la sociedad que vivimos hoy en día, y es como se encumbran «obras» de muy dudosa calidad como si fueran realmente maestras cuando en realidad son una basura descomunal. Como pequeña introducción, decir que se trata de una película que durante años algo dentro de mi me decía que no tenía que ver a pesar de que mi Yo consciente me empujaba a ello. Suelo hacer caso de mi intuición pero en este caso hice lo que no se debe hacer: apagarla y hacer lo que es socialmente aceptable. Os prometo que no lo volveré a hacer, aunque sólo sea porque la experiencia ha sido incluso enfermiza físicamente.

Me hallaba viniendo a Valladolid a pasar estos días cuando había decidido, horas antes, meter una película en la tablet para ver de camino en el bus. Como digo, mi Yo interior me había insistido durante años el no verla, y yo me había dejado llevar (ahora sé que con buen tino) hasta que ayer, como digo, anulando cualquier capacidad racional personal, decidí verla. Gran error. Tan grande como el título de la propia película en si. Es posible que algunos ya hayáis adivinado de que va este asunto. En efecto: se trata de «El gran Lebowski».

Visto desde fuera, todo parecía ser correcto: dirigida por los hermanos Coen, protagonizada por Jeff Bridges y John Goodman, dos actores a los que respeto, así como Steve Buscemi, Julianne Moore (a los que también respeto) y otros buenos actores. Además, sabiendo lo popular y famosa que había sido, a pesar de mi contumaz subconsciente, todo parecía indicar que no debía ser tan mala idea. Pero mala idea. La película, por llamarla algo, es de principio a fin algo sin sentido ni porqué. No hay nada. Vacío puro y duro. Como insisten en repetir una y otra vez en el guión, nihilismo puro y duro. Pero eso en sí no sería realmente lo más malo: el argumento podría ser más o menos interesante para hacer una historia si no fuera porque todo está muy mal diseñado y ejecutado. Hay tantas cosas mal en esta película que no sé por donde empezar, pero: ¿qué pinta el personaje de Buscemi en todo esto? ¿Le debían un favor y escribieron cuatro líneas para que saliera? Los demás personajes por supuesto son todos inverosímiles y sin sentido (como casi siempre, los que mejor actuaron fueron Julianne Moore y Philip Seymour Hoffman, en papeles menores y casi sin contenido pero que destacan nada más salir, ya que el resto se limitan a repetir un guión ya de por si estúpido sin diálogos coherentes). El propio argumento no tiene por donde cogerse en ningún punto: he hecho, la trama principal, ni siquiera tiene sentido como tal, y no es relevante para lo que se quiere contar, que no es más que las correrías en plan Quijote de dos perdedores que no tienen otra cosa que hacer en su vida que vaguear e ir de un lado para otro. Las frases repetidas (que demuestran que al menos en esa ocasión los Coen no estaban lo que se dice muy despiertos cuando lo escribieron) y las situaciones sin contenido alguno durante la película (de hecho es fácil que más de media hora de película se pueda eliminar sin alterar en lo más mínimo el resultado final) son dos meros ejemplos de como se puede hacer una película, convertirla en objeto de culto y pasar a la historia de un mercado cinematográfico absurdo. Es más, una de las secuencias más famosas, que es el personaje de Turturro lamiendo la bola de bolos antes de lanzar, es mero postureo, ya que su papel no pinta absolutamente nada en la historia. Es como si todo el filme fuera un mero juego de espejos donde no es relevante nada de lo que sale. Simplemente sale y punto.

Pero lo que más me preocupa de todo esto es que tanta gente haya caído en la insensatez de pensar que este filme tiene siquiera algún signo mínimo de calidad. Es tirarse dos horas de nada absoluta. A mitad de película estaba pensando en quitarla, porque me estaba dando dolor de cabeza (cosa que no suele pasarme ni siquiera con películas comúnmente consideradas «malas») y me estaba sintiendo mal físicamente, cosa que no me había ocurrido en todo el resto del viaje, pero decidí verla hasta el final. Craso error. El final es aún peor que el resto de la película (lo único que se salva es ver a una guapísima Julianne Moore aprovechándose del «Nota» (el personaje de Bridges) para tener un hijo, doblando su cuerpo para que el semen entrara más adentro, lo que no deja de ser la única paradoja interesante de la película: que alguien quisiera tener un hijo de semejante estúpido como el «Nota»), donde en vez de resolverse la trama (que tuve que pensar si la habían resuelto o no, porque sencillamente no ocurren más que dos o tres ideas estúpidas no relacionadas entre si y que dan al protagonista la idea de lo que supuestamente está pasando, pero aún no tengo muy claro que realmente eso fuera así), simplemente ocurren otra sucesión estúpida de acontecimientos (no entiendo porque «Dos tontos muy tontos» no es considerada mejor película, ya que ocurren más o menos las mismas idioteces pero al menos en esa las entiendes) que dan lugar a que el personaje más irrelevante de la historia (el de Buscemi) muera y de repente se convierta en el protagonista del final. Aristófanes estaría revolviéndose en su tumba ahora mismo.

Como ya habréis derivado de lo anterior, os recomiendo que huyáis de este engendro todo lo lejos que os sea posible. Sé que muchos me criticarán por decir lo que he dicho, pero si me pueden rebatir racional y conscientemente algo, que lo hagan, con sumo gusto lo discutiré. Para ver esta película tienes que hacer una suspensión de la credulidad mucho mayor que con «El señor de los anillos», que ya es decir (menos mal que echaban la tercera parte en la tele ayer mismo, me pude quitar el amargo sabor de boca con una historia realmente buena de verdad), y eso es algo inadmisible para cualquiera que tenga un mínimo gusto cinematográfico. Si aún así tenéis los «santos coj…» de verla, advertidos estáis de lo que os vais a encontrar. El que avisa no es traidor.

(PD: si, prometo no volver a hacerlo. Gastar bits en hablar de esto tiene el único objetivo de avisaros sobre tamaño peligro que os acecha; en vuestra conciencia queda).

La escalera de Jacob

A veces lees y escuchas muchas veces el título de una película que no has visto nunca y parece que la conoces de toda la vida aunque no tienes ni idea de que va el tema… La escalera de Jacob (Jacob’s ladder, 1991) es un caso de estos. La descargué por recomendación conspiranoica y hasta hace unos días no la vi… A continuación cuento mis impresiones, sin intentar desvelar mucho de la trama. Al final, lo más interesante es ver la evolución del personaje en su infierno personal.

La historia narra un momento de la vida de Jacob Singer, un cartero que en su juventud estuvo en Vietnam y que volvió con serias secuelas físicas y emocionales. Sin embargo, en un momento dado, comienza a tener visiones y paranoia, cosa que al menos aparentemente hasta ese momento no había ocurrido. Fue herido en una batalla y sólo puede recordar flashes de aquellos momentos. Comienza ver una especie de seres como demonios y a experimentar situaciones totalmente fuera de lo normal. Pensando que se está volviendo loco, comparte estas experiencias con compañeros de filas y todos coinciden en lo mismo: parece como si todos ellos hubieran sufrido el mismo problema. Se ponen de acuerdo para investigarlo pero el resto se echa atrás (alguno muere víctima de un «accidente», y el mismo Singer es atacado por agentes del gobierno). Conoce a un científico que estuvo desarrollando por orden del ejército una droga experimental que debería haber creado soldados super-agresivos, pero que básicamente terminaba creando alimañas que después se aniquilaban entre si. Singer y los otros resultaron afectados de otras maneras, y descubre que fue herido en una batalla que no fue tal… No les atacaron los vietcong, sino sus propios compañeros, víctimas de la droga… Todo ello mezclado con la vida personal de Singer, y con un final que desemboca de una forma que aunque inesperada, se veía venir…

Película estremecedora en cada minuto de su metraje, pero sobre todo por el componente de verdad insidiosa que a pesar de todo nos negamos a admitir… Sabemos que las cosas van mal, que nos manipulan, nos controlan, juegan con nosotros como si fuéramos fichas de un juego extraño, y sin embargo nosotros nos dejamos llevar, dejamos que jueguen con nosotros sin tener la capacidad de respuesta que, como representa la droga en este caso (droga que existió realmente y se uso en actividades secretas de la CIA y el ejército en Vietnam), produce algo que nos aletarga y nos consume. Jacob es un hombre perdido, muerto en vida, que no puede comprender lo que le pasa ni porqué. Ni siquiera, hasta un momento dado, asume que lo que le ocurre le fue causado. Pero el momento más amargo de la película es cuando descubre que, a pesar de todo, lo que le hicieron ni siquiera sirvió para ganar la guerra, para luchar contra «los enemigos», sino que fue algo que se consideró un «daño colateral», algo sin importancia en el gran orden de las cosas. El no era nadie y así se encargó la historia de hacérselo ver.

Miles de soldados en varias guerras sufrieron los mismos problemas: agente naranja, droga BZ (la que tratan en la película), armas con radiactividad, etc… Esos soldados, que ya fueron engañados y abusados al ser incorporados a filas y enviados a guerras inútiles (aunque no para la élite, claro), fueron a su vez usados para satisfacción de algunos que consiguieron poca cosa con ello. Fueron meros conejillos de indias que ni siquiera fueron útiles para los teóricos objetivos del experimento. Fueron resto inútiles que finalmente pudieron desechar de cualquier manera. Ese es el auténtico drama de esta película: hombres buenos e inocentes se convirtieron en ratas inútiles de laboratorio. A los civiles nos dan otras drogas, pero al final todo termina igual: su guerra contra nosotros no es sangrienta, sino espiritual. Al final, los que caen… Bueno, ya sabéis a que me refiero.

Prefiero ver el lado positivo de las cosas: si podemos ver y apreciar por donde nos están drogando (dinero, moda, alcohol, tabaco, ponografía, etc…), podemos a su vez eliminar esa droga de delante y continuar por nuestro camino. El primer paso es, obviamente, no tener ni en consideración la posibilidad de consumir tal droga, al igual que un joven no debería plantearse formar parte de la maquinaria militar. Porque al final, tanto unos como otros salimos siempre perdiendo. Ser uno mismo, entender que uno es lo más valioso que uno tiene y ser valiente para enfrentarlo al resto, es con toda seguridad lo más importante que podemos hacer en nuestra vida. El fisio de Singer le dice que sólo están muertos los que tienen miedo a la muerte. Y esa es una gran verdad (por cierto, prestad atención a «la otra derecha», es una frase genial con mucho significado…).

En breve espero poder subir enlaces tanto a esta como a otras películas que se quedaron en el aire tras la desaparición de Megaupload. Habilitaré una página para esa misión donde podréis descargar todo el material que pueda ir subiendo y que está relacionado con este blog.

Nosso Lar: Nuestro hogar

El otro día visioné esta película y no quería dejar pasar realizar la correspondiente crítica porque me gustaría recomendarla al respetable. «Nosso Lar» (en portugués, «Nuestro hogar») es una película brasileña del 2010 que trata sobre el camino espiritual de André Luiz, un médico que muere unos años antes de la II guerra mundial debido a la mala vida que ha llevado (comida en exceso, tabaco, alcohol, etc…). No es mala persona pero está dormido, tiene muchos prejuicios y está resentido con la vida. Cuando muere, va a parar a un lugar oscuro y lóbrego al que podríamos denominar «el inframundo», pero es a donde van todos al morir, sobre todo los que tienen cuentas pendientes. Allí, todos deben intentar aprender una serie de lecciones vitales que no pudieron aprender en vida, si quieren salir de allí con bien. André pasa mucho tiempo allí, sufriendo hambre, dolores y privaciones, hasta que un día aparecen tres hombres con trajes limpios y que desde luego no parecen de allí. Se lo llevan a una ciudad de luz, «Nosso Lar», que es una colonia espiritual de las muchas que orbitan alrededor de la Tierra. Allí es curado de sus heridas físicas y mentales, y debe comenzar una nueva vida como espíritu de luz. Al principio es difícil, pero va aprendiendo lecciones, admitiendo sus errores en vida, como cuando despreciaba a una mujer a la que trató como médico en vida y que se termina encontrando en la ciudad de luz. Allí va comprendiendo las leyes espirituales y como podrían haberle salvado y haberle permitido llevar mejor vida en la Tierra. Él murió de «suicidio»: dio tanto mal a su cuerpo que este terminó enfermando y muriendo por su culpa.

Cuando se siente preparado, pide permiso para bajar a la Tierra a visitar a su familia, para descubrir que su mujer se ha vuelto a casar y que sólo su hija mayor le recuerda con veneración. Su reemplazo está enfermo, y al principio siente ira y odio porque ha sido cambiado, pero cuando aparece de nuevo en el inframundo, se da cuenta de que ese odio es miedo a la pérdida, y decide volver para hacerle bien, curándole gracias al agua. Entretanto, ha estallado la II guerra y tiene que ayudar a acoger a los millones de personas que murieron en aquel error cósmico.

Basada en una novela del autor brasileño Chico Xavier, un conocido medium y divulgador espiritual que dedicó su vida a extender este conocimiento, se supone que este libro lo canalizó el espíritu André Luiz a Chico, y fue el más vendido de los 400 que escribió. La historia contiene una muy buena cantidad de material espiritual, y en ella se concretan muchas leyes cósmicas, como la de vibración, causa y efecto, ritmo y la más importante de todas, la mente universal. Son lecciones que el protagonista tiene que aprender si no quiere volver al inframundo, porque ahí es donde se cae cuando se tienen cuentas pendientes. Es cuando se está dormido, cuando uno no siente con su interior, está perdido, muerto, y sufre un temor indecible del que no sabe salir. Sólo cuando su corazón tiene un atisbo de amor que restalla, puede liberarse de las cadenas de la opresión que el mundo material ejerce sobre nosotros. Ejemplo de eso es la sobrina de uno de los personajes secundarios, Lísias, está todavía demasiado enganchada a la vida material y, segura de poder llegar a de nuevo a la Tierra, se aventura por el inframundo pero lógicamente, se pierde de nuevo y debe ser encontrada por lo espíritus de la ciudad. Demasiadas cosas nos enganchan a este mundo y tememos ir más allá. Hasta cierto punto, la ciudad ejemplifica una suerte de «purgatorio» donde uno debe limpiarse completamente de las querencias, filias y fobias, para liberarse completamente y pasar a los planos superiores, cosa que el protagonista al fin consigue.

Técnicamente es una película bastante normal, pero eso es lo de menos, ya que lo que importa es su contenido. Es valiente el intento de representar de alguna manera el mundo del más allá, y si se ve de forma metafórica, sus imágenes tienen cierto sentido y gran sensibilidad. Pero como digo, lo realmente relevante es lo que dice. Nosotros no nos damos cuenta de hasta qué punto somos carne de cañón en el mundo material y como nos olvidamos de lo que realmente somos, olvidando por el camino, como es lógico, todo lo demás. Una de las primeras cosas que tiene que superar André Luiz es su orgullo. Él era médico en la Tierra y claro, intenta hacer lo mismo en el mundo superior, pero claro, con terribles consecuencias: no asume que ya no puede tratar el cuerpo físico (que es lo único que hacen los médicos), y al intentarlo, daña más a los pacientes de lo que están, ya que transmite sus energías negativas al sujeto. Cuando lo comprende, debe abandonar ese orgullo de profesión y ser humilde, entendiendo que el paciente no es sólo un cuerpo, sino también una mente que debe vibrar en armonía con el cuerpo. Son muchas las lecciones que debemos aprender en este mundo, y cuanto antes empecemos, antes terminaremos, y mejor final tendremos.

El otro día vi, porque tampoco había mucho más para ver, la película «Limitless» (Sin límite), una historia que podía haber sido realmente curiosa y que finalmente se queda en un mero entretenimiento que como mucho causa una sonrisa. Pero quiero tomarlo de ejemplo para lo que viene a ser la programación social que nos envían incesantemente los falsimedia para que crearnos una forma de existencia mediocre y sin fundamento. Al menos es entretenida.

Un tío que se hace llamar a si mismo escritor (un desahuciado de la vida) no tiene ni puñetera de escribir y no se come un colín, claro. Le deja la novia, por imbécil, y está a punto de perder el alquiler de eso así llamado casa, mientras es incapaz de escribir una sola linea coherente de texto (lo que no se entiende es como es posible que alguien así consiguiera un contrato de impresión con una editorial, la verdad). La cuestión es que el tío en si no es mala gente, pero es lo más dejado que hayáis visto en los días de vuestra vida. Digo esto porque tiene un karma cojonudo y se encuentra con su ex-cuñado (sí, para más inri, está divorciado), que es un camello de altos vuelos. Le deja una pastilla que supuestamente le cambiará su vida de diversas maneras. Remolonea, pero como el chaval este se ha debido meter hasta cicuta, acepta. Se la traga y al momento se convierte en el tío más molón de la historia: es capaz de escribir la mitad de libro encargado ese mismo día, liga con todo Cristo, deja su casa arruinada como los chorros del oro… Se puede decir que todo su cerebro se reactiva para convertirlo como mínimo en persona (aquí ya hay un fallo esencial: si con un pobre hombre como este era capaz de hacer esto, no quiero pensar lo que sería capaz alguien con dos dedos de frente…). El caso es que al día siguiente el efecto ha desaparecido y claro, ahora ya se ha creado expectativas, así que decide visitar a su colega de nuevo para obtener más (aunque la pastilla son 800 dólares del ala cada una). Bueno, el tema es que llega, y al volver de hacerle unos recados al cuñado, se lo encuentra asesinado. El espectador asume sin riesgo de error que ha sido por la droga, pero el idiota este no se da cuenta hasta después de llamar a la policía. Consigue encontrar la droga antes de que llegue la autoridad y se sale de rositas. Los errores de argumento con la policía son de libro, ya lo veréis si tenéis ganas de visualizar el film. El caso es que consigue su alijo y durante dos meses se convierte en el crack de Wall Street (que tópico), consiguiendo 2 millones en 10 días o algo así… Pero como no, la droga tiene efectos secundarios, y tiene lagunas tales en las que incluso ¡mata gente sin enterarse! Bueno, su vida se empieza a ir por el sumidero cuando encuentra a su ex, que también tomó la droga pero no ha muerto como otros. Bueno, a partir de ahí, la película se convierte en una especie de sinsentido violento que desemboca, no se sabe como, con que el tío se convierte en senador. Sí, todo muy extraño, pero lo que me interesa es lo que viene a continuación.

El tema principal de esta película es que puedes convertirte en un superhombre tomando una pastilla. Tomando un químico, tu cerebro pasa a estado turbo y te conviertes en el rey del mundo racional. Intelectualmente eres insuperable. Y aquí es donde tenemos los primeros fallos importantes a nivel de programación mental. Lo primero, y es algo que aprendes al iniciar el camino, es que sólo existe verdadera inteligencia si fusionas razón e intuición. Son las dos formas de pensar que tiene nuestro cerebro. Esta película es el típico mensaje de que para triunfar en esta vida sólo necesitas ser el tío más listo (racionalmente hablando) del planeta. El colega no sólo no es intuitivo, sino que a pesar de su supuesta inteligencia, no las ve venir por ninguna parte (excepto al final justo de película, en que se convierte poco menos que en omnisciente). Sólo lo externo y racional tiene sentido para él y entra en sus cálculos. Luego está, lógicamente, la cuestión de que confiemos en la química para conseguir de nuestro cuerpo lo que queramos, curarnos o ser mejores. Obviamente debe ser así porque hay dos mercados que mantener: farmacia y drogas. Debemos estar todo lo enganchados que sea posible a toda la porquería que podamos tragar. De hecho, hoy día hay gente que si no te metes aunque sea un paracetamol te miran raro, ya que no entienden como puede ser que vayas tan bien por la vida y ellos tengan que meterse de todo para levantarse (o acostarse) a diario. Y bueno, como ya inventan pastillas para la impotencia, la obesidad y hasta para la memoria, ¿quién no nos dice que dentro de nada también habrá para subir 100 puntos tu cociente? Mirad, yo he conocido a gente muy inteligente, los he tenido de amigos, y son gente bastante desgraciada por regla general. Ven el mundo de tal manera que todo les viene pequeño, no comprenden lo que para cualquier humano «inferior mental» es lo más normal del mundo y de hecho en muchos casos ni siquiera pueden tener relaciones estables permanente, porque los demás no consiguen estar a su nivel (son altamente racionales y su capacidad de intuición o emocional está gravemente disminuida en según que casos). Pueden ser sumamente repelentes si no les sabes llevar y de hecho suelen fracasar en muchas cosas a las que se enfrentan porque no consiguen congraciar el mundo real con el que ellos consideran que debería existir realmente. Pero el tío de la peli no es nada de eso: si, te muestran todo lo «guay» que debe implicar ser «superlisto», pero ninguno de los peros ni limitaciones (excepto el hecho de que la droga esa en cuestión casi le mata, pero claro, eso también lo solucionan de un plumazo). Vamos, realismo puro y duro en pantalla.

Pero claro, luego está el tema chungo: convertirte en un ser superior engancha. Aunque parece que la droga no tiene efectos secundarios desde el punto de vista del supuesto cuelgue y el mono típicos de cualquier droga (ya que no es psicotrópica), en realidad tiene un efecto secundario que lógicamente no asocian con daños colaterales: te da la impresión de ser un superhombre, con un éxito desbordante y tremendamente atractivo ante los demás. Este pobre desgraciado se da cuenta de que no es él mismo cuando la toma, y dándose cuenta de que sería un mediocre si no, decide tomarla día tras día, a pesar de los efectos secundarios chungos que terminan apareciendo tras llevar un tiempo tomándola y que están a punto de arruinarle la vida. Pero sin ello no es persona. Esto encaja con como la sociedad pretende (y consigue en muchos casos) conseguir que seamos totalmente inconscientes de nosotros mismos y de nuestro verdadero ser: moda, drogas legales, apariencia, deseo de cosas materiales (consumismo), etc… Sin ellas, no somos nadie, según el sistema. Si no consumes, no eres válido, ya que no colaboras a que el status quo se mantenga (crecimiento sin fin y sin razón de ser). Claro, al final, la droga, más que convertirte en alguien mental e intelectualmente superior, sólo tendría el sentido de convertirte en el socialmente más interesante y exitoso. Al final, la gente se daría cuenta de que ser más listo y competente sería lo de menos: el objetivo será en todo caso convertirte en alguien que, aparentemente, es mejor y que tiene seguidores (un twitter psicodélico, vamos). Finalmente, tu vida sería un mero pasar de días intentando ser el más interesante y se vaciaría totalmente de contenido. Tu vida solo tendría sentido en tanto en cuanto mantuvieras ese status quo. ¿Qué pasaría si se terminase? Que tu vida dejaría de tener sentido. Suicidios en masa. Cuando tu realmente no has cambiado: sigues siendo realmente el mismo, sólo que tu idea de ti mismo no es la misma.

Se puede conseguir desarrollar enormemente las capacidades de nuestra mente sin necesidad de drogas, sólo que cuesta más y es más largo en el tiempo, lo que no mola nada. Pero es permanente, y te hace querer mejorar cada día de forma que al final no te cuesta hacerlo. Pero como en el camino espiritual, cuesta empezar, y por ahí es por donde no quiere empezar nadie. ¿Y tú, te has tomado ya la pastilla?

Conversaciones con Dios

Después de llevar bastante tiempo en la recámara, al final tuve tiempo y ganas para ver «Conversaciones con Dios» (luego os pongo los enlaces de Megaupload para la descarga), que de lo que he visto hasta ahora, me parece que es la plasmación más interesante de las ideas espirituales en los momentos actuales.

La historia es más o menos la que sigue: Neale DonaId Walsch es un hombre como cualquier otro. Ha vivido ignorante de su verdadera naturaleza y ha cometido los típicos errores que hemos cometido todos. Se ha casado y divorciado varias veces y como es fácil imaginar, está perdido en la vida, como la inmensa mayoría de la gente. Desgraciadamente tiene un accidente que lo deja con el cuello fracturado, pero sale adelante. El problema es que nadie quiere contratarle en esas condiciones, con lo que tiene que terminar dejando su casa y lo que tiene y vagabundear. Eso, lógicamente, se lo pone aún más difícil y llega un momento en que tiene que dormir en un parque. Ha tocado fondo. En el parque conoce nuevos amigos que le enseñan que no es necesario tener mucho para estar bien, y aunque lógicamente se desespera por la situación que le toca vivir, es un buen hombre y decide salir de ello como pueda. Consigue un trabajo temporal en una radio pero la radio quiebra, cuando incluso consigue salir del atolladero y alquilar una casa. En esa situación, comienza una catarsis: comienza a escuchar una voz que le viene de dentro. Esa voz se presenta como Dios, y empieza a enseñarle cosas sobre si mismo. Lo primero que le enseña es que todos hemos malinterpretado su mensaje. Lo que implica que hay que aprenderlo de nuevo. Comienza a escribir las ideas que le vienen a la cabeza y finalmente, con ayuda de su amiga de la radio, escribe un libro que se hace mundialmente famoso (del mismo título de la película).

Esta historia parece muy simple pero no lo es. Lo primero que me llamó la atención es que en todos sitios hacían mención a que se trataba de una película de inspiración cristiana (en los USA hacen mucho eso), pero tras su visionado, toda mención que se hace a Jesucristo es un «¡Jesús!» que le dice Dios a Neale cuando estornuda. Esta película no tiene absolutamente ninguna referencia a la religión ni al cristianismo, cosa con la que me meteré luego. Aquí, «Dios» no es el arquetipo de anciano con barba blanca que se imagina mucha gente. No es un dios de religión ni nada transcendental desde el punto de vista exotérico (exterior a nosotros). Dios, tal y como aparece en esta película, eres tú. Los que nos adentramos en el mundo espiritual tenemos la conciencia de que Dios y nosotros no somos entidades separadas. No somos extraños que nos encontramos en algún momento. Dios, en esta historia, no es un ser interdimensional ni externo a nosotros. SOMOS nosotros. Cuando Neale habla con Dios, está hablando consigo mismo. Está dialogando con su YO interior, su entidad consciente que es él mismo y que representa su espíritu y su energía elevada. Al mismo tiempo, Dios es todo y todos, y todos somos él. Una de las cosas positivas de esta historia es que no busca explicaciones en la ciencia ni en la religión: nosotros somos seres poderosos, transcendentales, que vivimos una experiencia espiritual de calibre máximo. Nos quieren convencer de miles de formas diferentes de que no es así, de que es justo al revés: de que somos seres materiales viviendo una experiencia espiritual, para que traguemos mejor con la idea de un Dios exterior que nos tiene que salvar, cuando somos nosotros los únicos que tenemos la llave de nuestra redención. Precisamente eso es lo que hace Neale, redimirse de su condición anterior y comenzar a caminar el camino espiritual. Es camino, de paso, le ha dado éxito en la vida y la amistad de miles de personas. Si el autor real del libro es un poco parecido al personaje de la película, tiene que ser una gran persona.

Hay dos puntos de la película que me parecen importantes sobre la elevación espiritual del personaje. Al principio, un hombre le increpa en una conferencia sobre que es un farsante, un hipócrita, porque el ha vivido mal y dice a otros como deben vivir. Él no se defiende: simplemente admite la verdad y baja la cabeza, expresando su intención, hasta el día de su muerte, de no volver a ser el que era. Esta es una gran verdad: somos nosotros mismos los que nos tenemos que perdonar por el mal que hemos hecho, porque es la única posibilidad real de poder elevarnos como seres espirituales superiores. Y continuar adelante. Una de las cosas que he podido percibir desde mi «iluminación» es que de una cosa estoy seguro: no quiero volver atrás. No quiero volver a ser el que era, porque ya he estado allí y sé lo que hay. Cuando comienzas el camino espiritual, sea como sea que lo recorras, sabes que no debes mirar atrás. Sólo puedes continuar adelante e intentar llegar todo lo lejos que te sea posible. Es lo único importante de verdad en nuestras vidas, a partir de ese momento.

La otra parte que quiero destacar es más emocional. Al final del metraje, una mujer se le acerca acusándolo también de mentir. Pero en este caso es distinto. Esta mujer ha perdido a su hijo y culpa a Neale de que siguiendo sus consejos espirituales, no ha logrado ser mejor en la vida ni salvar a su hijo. Resulta que el chaval era adoptado y le habían prometido que al cumplir 18, buscarían a su madre para que pudiese conocerla, pero el chico muere el día de su 18 cumpleaños en un accidente. El personaje de Neale realiza una pausa dramática realmente emotiva, se levanta y abraza a la mujer. De una forma dramática (algunos dirían que «melodramática», pero es una etiqueta que yo no pondría en este caso), Neale le dice a la mujer que había cumplido su promesa, ya que la madre había muerto y lo que había hecho es reencontrarse con ella. Naturalmente, la escena termina de forma emotiva (recomiendo verla, ya que mi resumen queda hasta banal en comparación), pero lo importante es la enseñanza que sacamos de ella. Neale (como se ve instantes después) no tenía ni idea de ello. Simplemente lo había intuido. En este caso, nos están mostrando otra gran verdad del camino espiritual: la intuición. No somos realmente inteligentes si no usamos tanto nuestra parte racional como la intuitiva al mismo tiempo. Neale, en ese momento crítico, relacionó la muerte del chico y la madre como el fenómeno que había atraído su madre adoptiva: su deseo de encontrarse se había cristalizado en el momento del accidente, al cumplir 18. Ese conocimiento sólo sería posible de forma intuitiva, algo que los que recorremos el camino debemos practicar si queremos llevar el recorrido a buen término.

Para terminar, quisiera comentar el tema de la «inspiración cristiana» de esta película. Como ya he mencionado, no hay mención alguna a la religión en toda la película. La espiritualidad no va de religión: va de nosotros mismos. Va de lo que tenemos dentro, de nuestro ser espiritual energético. Aquí el dios cristiano o cualquier otro dios no pinta nada. Precisamente, lo que se nos enseña es a recorre nuestro propio camino, sin ligarnos a otros ni delegar nuestra responsabilidad sobre nosotros mismo en otros, sean personas o deidades. Supongo que la presentación como «inspiración cristiana» puede ser debido, y creo que no me equivoco mucho, a un claro interés por desprestigiar la película. Haciéndola pasar por cristiana, pueden conseguir que muchos no cristianos se echen para atrás y no la vean, y para los que ya son cristianos, puede ser una contra-medida efectiva para que desprecien la enseñanza espiritual que nos muestra, ya que no se menciona a la religión cristiana en ningún momento, decepcionando al posible espectador cristiano religioso. En fin, desprestigiar la espiritualidad auténtica será siempre algo importante para el sistema, de eso no os quepa ninguna duda.

En definitiva, os recomiendo encarecidamente su visionado. Poco más puedo añadir a lo ya dicho. Simplemente os indico los enlaces de Megaupload para que los descarguéis a gusto. Disfrutadla.

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Estuve viendo el otro día la película Ga’Hoole (reconozco que el 3D está currado, aunque la historia, argumentalmente hablando, deja que desear), y aunque en el momento hay cosas que no chirrían demasiado, pensadas a posteriori sí lo hacen.

La historia narra la aventura de una lechuza joven, convencida de los antiguos mitos son ciertos, que es raptada por un malo malísimo (el típico militar con complejo de Napoleon), que comanda un ejército maligno de lechuzas para imponer una idea de raza superior a todas las tribus de lechuzas del mundo. Bueno, lo ya sabido. Por supuesto, el protagonista huye y termina en el «paraíso de las lechuzas», donde los guardianes (no se sabe de qué, nunca lo dicen) viven en un árbol sagrado con otro ejército (de buenos soldados, claro) que puede terminar con el otro. Finalmente, a pesar de todo, consiguen vencer al malo malísimo y todo termina superbien, convirtiéndose así el protagonista en un héroe para todas las lechuzas.

Aparte de que la historia tiene de infantil lo que yo de sueco (o sea, ni un átomo de ADN), hay varios puntos que he podido desgranar que son interesantes desde el punto de vista de la programación mental a la que nos someten incansablemente desde Hollywood:

  • La lechuza es un animal sagrado para los Illuminati y muchas organizaciones secretas místicas. Es demasiado obvio, lo sé, pero ya últimamente ni siquiera se ocultan. Así, los niños pueden tener de héroe a un ave sagrada para ellos
  • Los malos malísimos saltan a la vista, desde luego, pero hay que ver las razones que se esgrimen para considerarlos malos malísimos. Se les pinta de racistas (secuestran polluelos y los que no son de su raza son obligados a trabajar en las minas de un material extraño) y obviamente lo son, pero es fácil darse cuenta, examinando los diálogos, que ese racismo no es en realidad la razón por la cual son los malos. Es más, es la típica abeja reina (en este caso, una evidentemente malvada pero atractiva lechuza, consorte del malo) la que expone estos conceptos de forma muy acaramelada y consigue convencer al hermano del protagonista de que se una a ellos (el mito trágico de la lucha de hermanos, que desde Caín y Abel y Rómulo y Remo vemos repetido hasta la saciedad en la literatura clásica y no tan clásica) en contra de los «buenos». Evidentemente, es un racismo solapado que se deja caer al espectador pero que no es la causa fundamental de los males, ya que el verdadero objetivo del malo es conquistar el mundo, y eso es precisamente a lo que se oponen los «buenos». El objetivo principal de los guardianes no es liberar a los polluelos, sino evitar que el malo consiga sus objetivos de dominación mundial. Esto recuerda enormemente lo que pasó durante la segunda guerra mundial, cuando los campos de concentración no se tocaron hasta el final de la guerra. Lo de menos era intentar salvar a las víctimas, lo principal era terminar con los nazis.
  • El héroe es el típico héroe irreal que no le tiene miedo a nada. Aparte de fallos argumentales como que no supiera volar y de repente volase estupendamente, o que a pesar de estar muy lejos del campo de batalla, no haber salido con los demás guardianes y de que realmente él por si mismo no sabía ir, sale en dirección al campo de batalla y llega sin problemas (sí, ponen como excusa la constelación que supuestamente guía a las lechuzas, pero como ya sabemos, el cielo no se ve igual siempre y menos en direcciones contrarias). Pero además, sale por si mismo impulsado por algún extraño motivo y se enfrenta al fuego, a su hermano, al material extraño y a todos los enemigos sin pensar ni un momento, y sin temor en su rostro. Eso no es un valiente, es un suicida temerario. Pero así es como quieren a nuestros hijos en el futuro, dispuestos a cualquier cosa por el sistema. Y por supuesto, hay que adoctrinarlos desde la más tierna infancia.
  • Los guardianes son una clara representación de los illuminatis y de los «buenos», es decir, los americanos y sus aliados. Guardan las antiguas tradiciones y se preparan para ser guerreros, para luchar contra todo lo que se oponga a su orden particular. Es decir, son los antagonistas, no los protagonistas. En el drama griego, el protagonista era el que quería que todo cambiase para conseguir sus objetivos, y el antagonista el que quería que todo permaneciera igual, para seguir conservando el status quo. La tergiversación es evidente en muchas historias de nuestro tiempo, pero en esta película especialmente. Se trastocan los papeles, y los héroes son en realidad, desde el punto de vista literario, lo malos, y viceversa. Que nadie me entienda mal, no estoy diciendo que el dictador racista sea el bueno. Lo que intento hacer ver es que la manipulación cultural llega incluso a destruir los conceptos clásicos de drama y tragedia, de manera que se nos presentan los papeles cambiados, aunque no deba ser así. Además, los guardianes son los que inevitablemente deben ganar sí o sí, y el enemigo es el que debe perder de cualquiera de las maneras. Se nota claramente como durante la deliberación para decidir si intervenir o no, lo de menos era si había polluelos en peligro, sino la supremacía del enemigo. Algo muy de NWO.

Estos son sólo algunos puntos principales de manipulación mental que presenta esta película. Otra cosa que me llamó la atención era la manera en que se obligaba a los polluelos a trabajar, con una especie de «deslumbramiento» durante la noche que los dejaba en una especie de estado de hipnosis, representado por los ojos en blanco y la mirada perdida. Se trata de una clara referencia a como los humanos somos tratados como esclavos de un rebaño de trabajadores, apijotados con la televisión y obligados a hacer de todo para nuestros amos. El protagonista, curiosamente, no cae en la trampa porque es avisado por su amiga de que no lo haga. ¿Por qué? ¿Qué sabía su amiga que nadie más sabía? Es una pregunta que alguien tendrá que responder.

En resumen, creo que no me equivoco al clasificar esta película como auténtico método de adoctrinamiento pasivo y de control mental. Seguramente alguien podrá sacar más punta al tema, pero de momento es lo que hay. Por favor, no lleven a sus hijos a ver semejante cosa. Tampoco se pierden gran cosa, la verdad.