El progreso es como una droga: siempre quieres más. Se sabe que algo es adictivo cuando no puedes dejar de hacerlo, cuando el mero hecho de pensar en abandonarlo te produce dolor y malestar. Bien, pues así estamos con el progreso. Y ya hace casi 300 años.
Desde el punto de vista general, al pensar en el tiempo como algo lineal con principio y fin (o sin limites, lo que es aún más tenebroso), pensamos que simplemente yendo hacia adelante y viendo el pasado como un mal necesario para alcanzar nuestro futuro, estamos condicionándonos para creer que vivimos en un mundo que sólo puede evolucionar en una dirección, y perdemos de vista ese pasado que, inevitablemente, ha condicionado a su vez nuestro presente y futuro. Al final, ese tiempo lineal termina siendo cíclico porque los ciclos cósmicos se repiten constantemente de una manera uniforme e incondicional. Somos súbditos de nuestras decisiones y esas decisiones tienen efectos en el futuro, y eso, cuando lo controlas, te permite controlar el futuro. Pero cuando no, el futuro te hará sufrir porque inevitablemente, nuestros actos con causas que generan efectos a largo plazo (a veces, larguísimo), lo que consideramos una mejora simplemente es un efecto causal de lo bien o lo mal que lo hayamos hecho antes. El progreso, al final, no es más que el resultado de la suma de nuestras circunstancias previas, con el consiguiente problema que obviamente termina surgiendo: es también la suma de nuestros fallos y faltas de previsión anteriores, que terminan multiplicándose con cada paso que damos. Y el ser humano no es lo que se dice muy bueno previendo resultados. De hecho, la inmensa mayoría de nosotros somos muy malos en eso.
El progreso, al final, termina siendo de los que no comenten fallos o de los que cometen el mínimo de fallos pequeños. Nos venden el progreso como algo bueno para todos, pero inevitablemente eso es falso: el progreso sólo beneficia a aquellos que han pensado en ese futuro y que han generado las causas necesarias para que se produzca ese progreso. En muchos contextos, la idea general subyace al hecho de que somos nosotros los que gestionamos nuestro destino, usando nuestro libre albedrío (idea que el Sistema nos ha querido robar siempre para que no tengamos esa capacidad), y es a resultas de esto que generamos un progreso particular que obviamente se suma al de la generalidad. Pero cuando no progresamos por nosotros mismos, es evidente que el denominado «progreso» general no nos beneficia. Que los países progresen por regla general no beneficia a sus ciudadanos si estos no están listos para progresar por si mismos. Es obvio entonces que el cacareado progreso que nos venden las élites por medio de los mass media, simplemente es SU progreso, no el nuestro. Nos han robado nuestra capacidad de progresar sustrayendo nuestra capacidad de crecer, de mejorar, por medio de la cultura, la información y la libertad.
Libertad. Preciosa palabra. Pero irreal. Nos dicen que somos libres, pero no es cierto. Vivimos en cárceles mentales que nos aprisionan sin nosotros saberlo. A ellos se les llena la boca de múltiples expresiones donde la libertad es el hito principal. Para ellos, la libertad es máxima, y por eso es su mayor valor. Pero cuando nos toca a nosotros, todo termina siendo falso, inútil e insincero. Al final, y ellos lo saben bien, la libertad no es algo que podamos asumir universalmente, sino que es individual. Somos cada uno de nosotros los que debemos sentirnos libres y ejercitar esa libertad. Sin embargo, han conseguido convertir la libertad en un derecho legal, y eso les permite manipularla como ellos quieran. También se les llena la boca de «mercado libre» cuando el mercado libre sólo existe para ellos. Intentad vosotros ejercer el mercado libre a vuestra escala. Al menos en países como España eso es casi imposible. El mercado libre es sólo para las élites y aquellos a los que las élites les permiten el mercado libre. Idos a cualquier país africano a ver si ellos tienen «mercado libre». Comprobad si cualquier mercado puede vender a los europeos o estadounidenses. No. Las restricciones se lo impiden de muchas maneras distintas, pero sin embargo, ellos tienen que aceptar inexorablemente la invasión colonial occidental en nombre, claro, del «mercado libre». Así, en nombre del progreso de unos pocos de una parte del mundo, hemos creado una globalización falsa que, obviamente, falla, porque el capitalismo en si mismo es un epic fail de los gordos, un verdadero fracaso. Como se ha visto en las crisis desde los 90 hasta ahora, el capitalismo sigue degradándose cada vez más hasta que lo insostenible de la situación diga: vale, eso no funciona, ahora vamos a intentar controlarlo eliminando el mercado libre y volviendo al mercado dirigido. Mercado dirigido por la élite que gobernará el mundo. El Nuevo Orden Mundial.
Visto esto, es fácil constatar que todo lleva pergeñándose desde hace al menos 250 años, desde que los ilustrados, grandes masones illuminati diseñaron un mundo a la medida de la élite aria europea para la conquista del globo, e inevitablemente, subyugar a toda la humanidad por los siglos de los siglos. El fin de la Historia. Ahora mismo, esto sólo es evitable desde un punto de vista local e individual, reaccionando precisamente ante los hechos que evidentemente no podemos controlar y que por tanto nos impiden avanzar en nuestro propio progreso. Para progresar, amigos y amigas, no vale con creer proclamas populares: te lo tienes que creer tú mismo, tienes que ser tú el adalid de tu evolución, física y espiritual. Si te roban eso, que es lo único que realmente es tuyo, definitivamente estás muerto.