Los que lleváis tiempo leyendo este blog sabéis que siempre he defendido la abstención. Hasta el momento, con todo lo que tenemos encima, y ante el panorama en que nos vemos inmersos día tras día, con corrupción, latrocinio, cohechos y otras cosas incluso legales, pero totalmente reprobables e inmorales desde muchos puntos de vista, es muy difícil confiar en los que tenemos delante para dirigir nuestros destinos. Lamentablemente, no hay mucho donde elegir. No voy a hacer otra bravata de la abstención aquí porque el blog está repleto de ideas y pensamientos al respecto, por lo que voy a hacer una serie de consideraciones alejándome de mi línea habitual que posiblemente va a molestar más de uno, y ante todo quiero hacer un alegato de coherencia. Sigo defendiendo la abstención, pero en algún momento hay que posicionarse, y estamos en el momento más adecuado que nunca para hacerlo.
Los defensores del voto esgrimen frente a los abstencionistas que inevitablemente, votes o no, seguirá gobernando alguien, quien sea, pues así lo exige la legalidad. Y es totalmente cierto. Lo que no implica que no debas abstenerte, porque la abstención es un mensaje, un mensaje que cuanto más fuerte llega más efecto tiene. Pero sí, inevitablemente seguirá gobernando alguien, aunque sea con unos votos minoritarios respecto al grupo total, porque la oligarquía así lo ha definido, gracias tanto al sistema electoral como al sistema de elección del gobierno, que no es directo, sino que son elegidos por las cortes. Así que realmente, a los efectos prácticos, es cierto: siempre habrá oligarquía gobernándonos, de eso no hay duda. Seguir leyendo